ha habido días seguidos en los que me preguntan o comentan sobre las mordidas del perro o de qué hicieron con él, y hay otros en los que simplemente no se habla nada, aunque prefiero lo segundo.
Recuerdo que las primeras veces que contaba la historia lo tomaba en broma, después prefería no tocar el tema porque me ponía triste o simplemente me acordaba y terminaba llorando, incluso si llegaba a ver a un perro similar y hacían algún comentario me ponía mal, pero supongo que ahora ya lo tomo con calma porque creo que ya me he desahogado lo suficiente [eso espero...].
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